Nos preocupamos por reciclar, reducir el consumo de agua, proteger los bosques y hacer más eficientes nuestras ciudades. Sin embargo, hay un ecosistema invisible que casi nunca tenemos en mente: el digital. Cada sistema deja una huella que no vemos, pero que está ahí.
La identidad digital no vive en el aire. Habita en servidores, cifra información, ejecuta algoritmos y mantiene datos sensibles protegidos. Diseñarla de forma sostenible reduce ese impacto oculto y la hace más resistente frente a ciberataques e interrupciones.
¿Y si pensar en identidad digital sostenible no fuera solo una cuestión ambiental, sino también una forma de reforzar la seguridad?
Por qué hablar ahora de sostenibilidad en identidad digital
La identidad digital no es nueva, pero nunca había movido tanto volumen de datos como ahora. El auge de las legislaciones KYC/AML y la biometría han disparado la cantidad de procesos que se ejecutan cada segundo en servidores de todo el mundo. Con ese crecimiento, también crece el coste de mantenerlo todo: más infraestructura, más energía, más almacenamiento y más riesgo cuando algo falla.
Ese contexto hace que la sostenibilidad ya no sea una idea bonita, sino una necesidad práctica. Las empresas buscan reducir complejidad y costes sin perder seguridad. Los reguladores empujan hacia políticas de retención mínima y los usuarios demandan rapidez manteniendo intacta la confianza.
Optimizar la identidad digital hoy tiene un efecto inmediato: menos consumo, menos complejidad y sistemas más fáciles de escalar y de proteger. No es una conversación sobre el futuro, es una decisión que afecta a cómo funcionan nuestros procesos cada día.
Qué hace que una identidad sea sostenible
La sostenibilidad en identidad digital no trata solo de servidores que consumen menos energía. Va de cómo se diseñan los sistemas que procesan, protegen y retienen datos desde la raíz.
Mantener la información solo el tiempo imprescindible reduce almacenamiento y riesgo, igual que retirar residuos a tiempo evita que colapsen otros sistemas. El cifrado extremo a extremo protege los datos sin necesidad de añadir capas complejas que sobrecargan la infraestructura. Arquitecturas ligeras, con flujos simples y sin procesos duplicados, consumen menos y reaccionan mejor cuando algo falla. Incluso la biometría, aplicada de forma responsable y donde aporta valor real, reduce procesamiento innecesario y tratamiento de datos sensibles.
Sostenibilidad digital dentro de una estrategia ESG
Para muchas empresas la sostenibilidad digital ya no es un tema técnico, es parte de su estrategia global. Incorporar prácticas eficientes en identidad digital se ha convertido en una forma directa de avanzar en objetivos ESG:
- Plano ambiental: Optimizar procesos de verificación reduce consumo energético y huella tecnológica.
- Dimensión social: Diseñar sistemas que respeten la privacidad y den control al usuario sobre sus datos.
- Gobernanza: Políticas claras de retención mínima y cifrado demuestran compromiso con la gestión responsable de la información.
Seguridad y sostenibilidad, ¿van de la mano?
En identidad digital, eficiencia y protección no son opuestas. Un flujo de onboarding que pide solo los datos imprescindibles ahorra recursos y reduce los puntos vulnerables si hay una brecha. Una firma biométrica no solo baja la huella digital, también acorta la ventana de riesgo de esa información.
Diseñar sistemas ligeros y claros con menos capas innecesarias significa menos consumo, pero también recuperarse antes cuando algo falla. En este terreno, sostenibilidad y seguridad hablan el mismo idioma.
Impacto tangible de una identidad digital sostenible
Cuántos árboles podemos salvar con la firma biométrica
Una estimación sencilla: una empresa que procesa 100.000 contratos al año con firma biométrica en lugar de papel ahorra alrededor de 1 millón de hojas. Eso equivale a casi 120 árboles que no se talan cada año, sin contar la reducción de transporte, tinta y almacenamiento físico.
Más allá de la cifra, lo interesante es que la firma biométrica no solo elimina papel, también elimina pasos, reduce logística y crea un flujo digital que consume menos recursos. Al mismo tiempo que cuida el entorno y evita riesgos asociados al manejo físico de documentos.
Y cuánto almacenamiento puedes liberar con biometría facial
Los sistemas basados en contraseñas arrastran bases de datos con claves, tokens de recuperación y logs que deben conservarse durante meses. Un sistema biométrico bien diseñado guarda menos datos de soporte y elimina la necesidad de almacenar grandes volúmenes de credenciales temporales.
En un servicio con cientos de miles de usuarios, ese cambio puede liberar terabytes de almacenamiento al año. La diferencia es equivalente al ahorro de recursos que supone cerrar varias salas de servidores solo para información redundante.
Buenas prácticas para implementar identidad digital sostenible
La sostenibilidad no requiere rehacer todo desde cero. Igual que en el mundo físico, pequeños cambios acumulados transforman el sistemas:
- Audita datos: ¿Qué recoges? ¿Cuánto tiempo los retienes? ¿Cuántas veces los procesas?
- Minimiza almacenamiento: Mantén la información solo el tiempo imprescindible.
- Cifra de forma eficiente: Usa extremo a extremo para proteger sin penalizar rendimiento.
- Simplifica arquitectura: Evita duplicaciones, reduce capas, diseña flujos claros.
La clave: pedir, procesar y conservar solo lo que aporta valor. Ese cambio de enfoque hace que la identidad digital sea más eficiente y más sostenible.
Aplicaciones reales de la identidad digital sostenible
En banca y fintech, donde se realizan miles de verificaciones diarias, optimizar estos procesos no solo ayuda a cumplir objetivos ESG. También mejora tiempos de respuesta y refuerza la seguridad.
Las administraciones públicas tienen otra gran oportunidad. Diseñar identidades ciudadanas con políticas de retención mínima reducen el gasto en tecnologíca y refuerzan la confianza de los ciudadanos.
Las empresas que utilizan firma biométrica cierran el círculo como caso tangible. Pasar de contratos en papel a flujos digitales ahorra recursos físicos.
Regulaciones emergentes de sostenibilidad
La sostenibilidad en identidad digital empieza a ganar espacio en el debate regulatorio. Normativas como eIDAS 2 en Europa o los marcos de protección de datos ya incluyen requisitos sobre interoperabilidad, minimización y gestión eficiente de información que, indirectamente, afectan a la huella tecnológica de los sistemas de identidad.
En ese contexto, algunos expertos plantean la posibilidad de que, en el futuro, se cree una “taxonomía verde” para servicios digitales: un marco que clasifique procesos según su eficiencia energética, gestión responsable del ciclo de vida de las identidades e interoperabilidad. Por ahora es una hipótesis, pero empieza a cobrar fuerza en debates sobre sostenibilidad y gobernanza digital.
Si esta tendencia se consolida, la sostenibilidad dejará de ser un valor añadido para convertirse en un criterio de cumplimiento. Las organizaciones que integren ahora prácticas sostenibles en sus sistemas de identidad estarán no solo reduciendo costes y riesgos, sino también preparándose para un escenario normativo donde identidad digital y sostenibilidad caminarán de la mano.
Ponte en contacto con nosotros si quieres dar el paso hacia una identidad digital sostenible que apoye los objetivos de sostenibilidad de tu organización.

Soy una mente inquieta con conocimientos en derecho, marketing y empresas. Una alquimista de la palabra, enamorada del neuromarketing y del copywriting, que ayuda a Mobbeel a seguir creciendo.

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